
Aún puedo recordarte mirando al cielo
mientras nuestros corazones dormían
en aquella pradera vestida de lirios
que emanaban esencia con sabor a ternura.
Y hoy frente a este cielo que fue testigo
de nuestra felicidad infinita,
voy recorriendo nuestras memorias
en busca de un te quiero perdido.
Voy observando el cielo junto al río
y al atardecer siento el roce de tus manos,
mientras la brisa susurra tu nombre
llegando a mí en destellos de rocío.
He de confesarte en este día
que aún me sigue gustando el cielo,
aunque en ocasiones se vista de gris
siempre serás tú, mi cielo de amor.